Ruta

Si hay una zona en España que recuerda a la idílica Comarca de El Señor de los Anillos esa es la de las Campas de Urbía, un paraje encajado en el corazón montañoso de Guipúzcoa. ¡Vente de aventura hobbit!

En este viaje descubriremos montes tapizados de bosques, desde el Santuario de Aránzazu hasta las alturas de Aitzgorri, sin pasar de largo de la monumental Oñate y explorando antiguas calzadas medievales, senderos salpicados de ovejas latxas y recónditas posadas. Un recorrido perfecto para recorrer a lomos de Ford EcoSport.

Aránzazu, punto de partida

Aránzazu es, además de un santuario, un barrio perteneciente al municipio de Oñate, de cuyo centro se encuentra as solo 10 accidentados kilómetros. Encajado entre barrancos y montañas, este lugar “abundante en espinos” (que es lo que en vasco significa Arantzazu) fue el escenario donde en el siglo XV se encontró una talla de la Virgen María, punto de inflexión en la creación de un nuevo lugar santo y de peregrinación. Alrededor de la diminuta imagen de la virgen, expuesta sobre el tronco de un espino, se fundó un monasterio asignado a la orden de los Franciscanos.

El actual centro religioso, levantado a mediados del siglo XX, no deja indiferente a ningún visitante. Firmado por un joven Sainz de Oiza, el proyecto rompe con toda la tradición estética, dando una oportunidad a la nueva hornada de artistas vascos, entre los que estaban Jorge Oteiza, Eduardo Chillida y Néstor de Basterretxea, responsables respectivamente de las esculturas de los apóstoles de la fachada, las puertas principales y de las frescos de la cripta. Cuna de la fe vasca y lugar con fama de ‘milagrero’ (aquí y más allá de los límites del País Vasco) Aránzazu es actualmente considerado una joya de la arquitectura española del siglo XX.

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Cruce de senderos

Justo a la izquierda del ‘apostolario’ de Oteiza inicia el sendero que nos conducirá a pie hasta las famosas campas de Urbía, una explanada siempre verde que nos espera después de haber caminado apenas 4,8 km por un camino ascendente aunque de fácil ejecución, que cruza uno de los bosques de hayas más fotogénicos de Euskadi.

Dejando atrás fuentes y menhires apartados del camino, en 90 minutos se llega primero a la ermita y, poco después a la famosa fonda de Urbía. Los fines de semana y durante los meses de vacaciones es sin duda uno de los puntos más animados de la sierra de Aitzgorri, donde nunca faltan el buen caldo, bocadillos o platos combinados para levantar el ánimo de los montañeros, muchos de los cuales aprovechan estas campas para echar una buena siesta antes de retomar el camino de regreso a nuestro Ford o de continuar hasta la cima del monte Aitzkorri, un auténtico mirador desde el que se pueden ver los grandes hitos físicos de Guipúzcoa.

Este periplo por la sierra de Aitzgorri termina volviendo a Aránzazu siguiendo un sendero circular que nos permite obtener una visión más amplia de esta cordillera que forma parte de los llamados Montes Vascos, cumbres de no más de 1.500 metros de altura pero que durante siglos significaron una auténtica barrera natural en las comunicaciones entre Europa y la meseta castellana. No es raro encontrarse por estos lares con bordas de pastor, refugios donde antaño se elaboraban quesos con la leche recién ordeñada de las ovejas de raza latxa, las únicas que pueden aportar la leche con el que se hace el famoso queso D.O. Idiazábal.

Para conocer un poco más de cerca el trabajo de estos pastores, nos acercamos al caserío Gomiztegi, situado en la carretera que une Aránzazu y Oñate, y sede de una escuela de pastores. En este caserío los visitantes pueden aprender más sobre este trabajo ancestral y sobre la elaboración de queso, una experiencia que puede incluir una demostración con perros pastores y una degustación de buen queso de la casa.

Un paso de montaña épico

Antes de bajar a los valles hay que acercarse con nuestro Ford hasta el túnel de San Adrián, un hito en la principal calzada medieval que discurría entre Fuenterrabía y la corte de Castilla. Según documentos históricos y testimonios de viajeros, atravesar este paso de montaña era una auténtica odisea, un paso difícil por lo escarpado del terreno, pero también por las malísimas condiciones meteorológicas.

El túnel de San Adrián es en realidad una cueva natural de 55 metros de longitud que atraviesa la cresta de una de las montañas que separan Guipúzcoa de Álava. El acceso desde el lado guipuzcoano es muy abierto, mientras que la salida por el lado alavés es tan angosta y baja, que los viajeros se veían obligados a descabalgar para poder pasar sin hacerse daño.

En el interior aún se conserva la ermita, no así la venta o posada donde antaño se daba alojamiento y comida a quien lo precisara, además de servir como residencia al gobernador del paso, personaje encargado de controlar el contrabando y cobrar los impuestos que fuera menester. La mejor manera de llegar hasta aquí es seguir los restos de la calzada del siglo XVI, que aún conserva gran parte de las losas de piedra originales, sobre todo en el lado alavés, pero si no hay tiempo ni ganas, hay una carretera que discurre por las proximidades y que cuenta con un aparcamiento (‘parking Aldaola-Ubier’ en Google Maps) para acercarse a ver el túnel o iniciar una ruta de senderismo.

Oñate, cabeza de condado y universidad

Terminamos la ruta en Oñate, una de las poblaciones más monumentales de Guipúzcoa, donde encontramos un entramado urbano lleno de casas de hidalgos y un imponente catálogo de edificios renacentistas, entre los que destaca el de la Universidad de Sancti Spiritu, la primera de Euskadi, fundada en 1543 por un poderoso obispo natural de la villa.

Fuera del núcleo urbano de Oñate no nos olvidamos de visitar las cuevas de Arrikrutz. La cavidad es de origen kárstico y en ella se han encontrado restos de algunos de los animales prehistóricos que la habitaron: Rinoceronte lanudo, hiena de las cavernas, ciervos gigantes, osos cavernario y el león de las cavernas, del que se ha hallado un esqueleto completo, único ejemplo en toda España.

Para acabar este viaje por la montaña vasca, visitamos el Ojo de Aitzulo, en el vecino valle de Araotz. Se trata de una cueva que perfora la montaña de Orkatzategi en dos direcciones, hacia el horizonte y hacia el firmamento, ofreciendo un espectáculo natural único en el mundo.

¡Toma nota!

Dónde dormir:

  • Torre Zumeltzegi. Levantada en el siglo XIII, este torreón cuenta con 12 habitaciones con decoración diferente y vistas al valle de Oñate y su casco histórico.
  • Hotel Santuario Arantzazu. Hotel ubicado sobre la antigua hospedería del santuario de Arantzazu inaugurado en 1779. Ahora, renovado en 2008, está adaptando a los gustos de los viajeros del siglo XXI.

Dónde comer:

  • Fonda de Urbía (Tel. 943 78 13 16). En plena naturaleza, es un lugar ideal si se quiere tomar una comida informal clásica como un plato combinado, un caldo o un buen bocata, todo ello regado con una cerveza fresca y unas vistas a la naturaleza idílica que le rodea.
  • Goiko Benta. Restaurante con solera en el barrio de Arantzazu especializado en cocina tradicional vasca que incluye en su carta fritos variados, cordero lechal criado en casa y asado al horno y repostería casera.
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